Max, un lindo perro de raza gran pirineo de 4 años, escapó de noche de su casa, en Langford, Dakota del Sur (Estados Unidos), y caminó 8 kilómetros en la oscuridad para encontrar, gracias al poder de su olfato animal, la comida que más le gusta.

El perro, en medio de la oscuridad, llegó hasta una tienda a donde las mañanas sus amos, Sara y Nathan Olson, lo llevan a comer un burrito (carne, frijoles, etc., envueltos en una tortilla de harina).

Al estar el local cerrado, Max esperó cinco horas hasta que, al abrir, los empleados le dieron un burrito, su desayuno favorito. Luego, recogieron al animal y volvió en auto a su casa.

La familia de Max, al notar su ausencia, revisó el rastreador GPS que llevaba puesto y descubrió con asombro todo su recorrido. En cuanto llegaron por él, lo encontraron sano, contento y aún esperando por otro burrito.

La historia de Max ha sido compartida miles de veces y ha sido celebrada como una muestra de lealtad, inteligencia y también de lo mucho que los animales pueden aferrarse a sus rutinas favoritas.

Su familia ahora promete no dejarlo sin su antojito especial por mucho tiempo. Y Max, sin duda, se ganó más que un burrito: se ganó el corazón de todos.