Cuando un padrastro se convierte en verdadero padre
Por lo general el concepto que se tiene de los padrastros es negativo. Basta enterarse de las noticias que con frecuencia publicamos en las que padres adoptivos por circunstancia maltratan a sus hijastros y, en el caso de las niñas, hasta las violan.
También con frecuencia se escuchan noticias de padres detenidos porque no proporcionan dinero para la manutención de sus hijos. De estos incluso se capturan por docena.
Sin embargo, existen también hombres que, al casarse con madres solteras o divorciadas, se han convertido en auténticos padres de lo que en Yucatán se denomina «hijos ajenos».
Rubén Hernández es un caso de ellos, y su instinto es tan paternal que no solo fue un buen padre de los hijos de su esposa, sino que ahora también es un abuelo ejemplar de esos nietos.
Si bien con su actual esposa no pudo tener hijos, porque ella quirúrgicamente ya estaba impedida, esto no fue obstáculo para que el amor entre ellos no se consolidara, sino que al contrario Rubén tomó como propios a los hijos de Martha.
Llegados ambos de la Ciudad de México, pero no juntos porque en Mérida se conocieron, viven desde hace 14 años en el fraccionamiento Francisco de Montejo, donde forman una familia como muchas de clases media, en la que ambos tienen que trabajar para llevar el sustento al hogar.
«Aquí en Yucatán la gente todavía es un muy cerrada y los hombres no quieren casarse con mujeres con hijos, pero para los que somos de fuera eso no es ningún problema», responde Rubén al preguntarle sobre su paternidad.
Por lo pronto, este domingo como muchos papás de Yucatán, está celebrando el Día del Padre. La familia preparó una reunión con los dos hijos y los tres nietos en la que prepararon mole y escabeche, que de los guisos yucatecos es el que más les gusta.
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