Por Halloween, aumentan las visitas prohibidas a la ‘Clínica del Terror’ en Mérida
La cercanía de la celebración del ‘Día de Muertos’ y su versión estadounidense de ‘Halloween’, ha propiciado una ‘ola de visitas’ a la ‘Clínica del Terror’ de la colonia Cortés Sarmiento.
Desde hace varios días, decenas de jóvenes, muchos de ellos adolescentes, acuden en grupo al edificio abandonado de lo que fue la Clínica Peninsular.
Acuden atraídos por la leyenda urbana que dice que en ese lugar se registran fenómenos paranormales, específicamente relacionados con el llanto de bebés.
Aprovechando que el sitio está sin vigilancia, los jovencitos acuden durante el día y por las noches a corroborar las versiones que señalan que el lugar está embrujado.
Con el apoyo de pequeñas linternas y con sus celulares listos para captar los fenómenos, los visitantes se introducen por una de las puertas, aprovechando que están forzados los protectores metálicos colocados cuando se cerró dicha clínica al público.
Los jóvenes no tardan mucho dentro, pues no obstante que no escuchan ni ven nada anormal, se sugestionan y son presas del miedo.
Vecinos de la zona ya ven normal estas visitas, aunque consideraron que en estas fechas debería haber más vigilancia para evitar posibles hechos delictivos o algún accidente con los que visitan el lugar.
La Clínica del Terror se ubica sobre la calle 8 entre 63 y 63-B de la colonia Sarmiento.
La leyenda sobre el sitio indica que los llantos de bebés pueden escucharse incluso desde afuera.
De atribuyen los llantos a otra leyenda urbana: que ahí se realizaban abortos clandestinos.
Aunque fue un secreto a voces que en esa se realizaban abortos clandestinos, nunca hubo proceso legal alguno que comprobará este hecho.
La Clínica perteneció a un doctor de apellido Acosta, quien tenía una residencia a dos cuadras del sitio.
El terminó sus días en un asilo para ancianos, donde sufrió de demencia senil y en esos lapsus ‘ofrecía’ a sus cuidadoras consultas y abortos, aunque ellas desconocían el pasado polémico de este personaje, de manera que creían que estaba bromeando.
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