Sacan de Yucatán a agentes de la DEA

En las últimas horas, el staff de la DEA en México registró movimientos, con la salida de la gran mayoría de sus agentes, incluidos los que operan en Yucatán. 

Según diversos medios periodísticos nacionales, están abandonando sus posiciones 40 agentes de los 50 que formalmente la agencia antidrogas tiene en el país. 

Es un movimiento abrupto, poco frecuente, aún en cambios de administración en Estados Unido, según personal del Centro Nacional de Inteligencia. 

La mitad de los oficiales salientes se regresan a prestar funciones a EU y la otra mitad serán reubicados en otros países de la región. 

En Yucatán, la DEA cuenta con cinco agentes, aunque tienen funciones en toda la Península, con especial interés en Cancún, donde los carteles de la droga operan a la orden del día. 

Hasta hace algunos años, eran tres los agentes estadounidense en el estado y se alojaban permanentemente en el Hotel Fiesta Americana, incluso mantenían sus vehículos en el estacionamiento subterráneo del lugar. 

No era raro verlos tomando cervezas algunas noches en el bar del restaurante Samborns, lugar al que siguieron yendo pese a que abandonaron el hotel como su sitio de alojamiento. 

Se desconoce ahora dónde se alojan, pero pasan menos tiempo en Yucatán debido a que el narcotráfico a gran escala en el estado es prácticamente nulo. 

Aún así, los agentes investigan y documentan las operaciones menores  que registra el narcotráfico, incluso en alguna ocasión indagaron sobre la leyenda urbana que indica que en la capital yucateca viven familiares de grandes capos, entre ellos la madre del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, ya que corren versiones de que la señora pasa largas temporadas en esta ciudad, lo que nunca se ha comprobado. 

En cuanto al retiro de todos los agentes de la DEA en el país, se indicó que el movimiento anticipa un cambio cuántico en la estrategia de Joe Biden respecto al drama del narcotráfico en México.

Este cambio está relacionado con ciertas percepciones del próximo procurador general de Estados Unidos, el juez Merrick Garland, el mismo a quien Barack Obama intentó promover, fallidamente, a la Corte Suprema.

Garland tiene de segunda a Lisa Monaco, afectada en su momento por el fiasco de la operación Rápido y Furioso en México. Ambos entienden que México requiere un cambio de estrategia por parte de la DEA porque el rumbo actual no ha frenado el ingreso de drogas a EU y en paralelo ha desatado la violencia absoluta en México.

«El accionar de la DEA no se puede reducir solo a atrapar narcos famosos que aparecen en series y películas», escuchó un funcionario mexicano la semana pasada de parte de un colaborador permanente de Garland.

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador todavía no tiene demasiado claro hacia dónde apunta el giro que intentarán llevar Garland y Mónaco. Pero la tesis dominante es que viene un periodo más enfocado en facilitar información, ofrecer entrenamiento y replegar la acción en territorio mexicano.  

Un detalle es que uno de los problemas que tuvo Garland en su momento para ser juez de la Corte en EU era que en las audiencias del Senado dio a entender que empatiza con la legalización de ciertas drogas. Un perfil menos punitivista que le costó perder el apoyo de varios senadores republicanos.  

Ese dato se conjuga con otro más reservado: cuando Mónaco, como funcionaria del gobierno de Obama se reunía con el senador Miguel Ángel Osorio Chong (en ese entonces titular de Segob), ella era muy crítica de la estrategia de guerra total que había adoptado la DEA en conjunto con el sexenio de Felipe Calderón.

Esta cambio de óptica, que de momento se mantiene con bajo perfil, llega en el peor momento de la DEA en México, cuando la agencia es denotada por López Obrador y por el fiscal general Alejandro Gertz, tras la detención y luego liberación del general Salvador Cienfuegos.