Retorno de Rolando Zapata abre brecha a insospechada alianza política en Yucatán

MÉRIDA.- Quienes daban por muerto al ex gobernador Rolando Zapata Bello deben estarlo pensando seriamente, ahora que lo ven resurgir con inusitada fuerza, no solo a nivel local sino incluso en la esfera política nacional.

Sin embargo, el ex mandatario no viene con afán de venganza sino por el contrario llega con la bandera de la conciliación con su nombramiento como secretario de Alianzas Políticas y Agenda Ciudadana del comité nacional del PRI.

Zapata Bello es ampliamente conocido por capacidad de negociación y se espera que en su gestión se concreten muchas alianzas del tricolor, ya sea con el Partido Acción Nacional, el de la Revolución Democrático, incluso con Morena, pues el objetivo es tender puentes para que en México se concreten gobiernos de coalición que garanticen amplia representatividad de los ciudadanos.

A estas alturas del siglo XXI las ideologías se desdibujan y a los ciudadanos ya no les importa tanto si los partidos son de izquierda o de derecha, de modo que ya solo aquellos muy recalcitrantes podrían rasgarse las vestiduras de ver en la boleta a un mismo candidato respaldado por el PRI y el PAN o por el tricolor y Morena.

Esta circunstancia sin duda ayudará a Rolando Zapata a tejer alianzas antes impensables, no solo en los estados que tendrán elecciones en el 2022 sino también rumbo a la sucesión del 2024 en Yucatán.

Tal vez muchos pensarían que la alianza «natural» para el PRI en Yucatán sería con Morena, pues muchos rolandistas buscaron refugio en el partido guinda, incluso se especuló que Zapata Bello era la mano que mecía la cuna tanto en el tricolor como en Morena en el estado.

También se ha dicho hasta el cansacio que ideológicamente el PRI está más cerca de Morena que del PAN, pero en estos nuevos tiempos políticos no hay nada escrito, y mucho más tomando en cuenta la capacidad de Rolando Zapata de tender puentes de entendimiento.

¿Podrían ver nuestros ojos una insospechada alianza en Yucatán? ¡Sorpréndenos, Rolando!