Conoce a Pablo, el chico más correcto de Umán
UMÁN.- Si alguien puede hablar de corrección, ese sin duda es Pablo Sáenz Pech, un jovencito de Umán diagnosticado con TEA desde su infancia y que gracias al esfuerzo incansable de sus padres hoy es bastante funcional.
Un día su madre le regaló una playera que tenía un diseño de Homero Simpsom, el haragán padre de la familia de la serie animada Los Simpsom, pero Pablo se negó a usarla y cuándo su madre preguntó el por qué la respuesta la dejó de a cuatro.
«Ese es un personaje borracho, mal padre, mentiroso, tramposo y un mal ejemplo para su familia y la sociedad, no me puedo poner una ropa así», le dijo Pablo a su madre, Cristina Pech, quien ya no insistió más.
Pablo, ahora próximo a cumplir 12 años, fue diagnosticado con TEA (Trastorno del Espectro Autista) porque no hablaba. Ya tenía cinco años y su lenguaje era muy básico, con retraso para un niño de su edad.
Por recomendación de sus profesoras, lo llevaron al Centro Ayuda Autismo Yucatán, donde lo diagnosticaron y le comenzaron a dar terapias.
Actualmente ya tiene lenguaje y está muy integrado con sus compañeros de clases que le tienen bastante comprensión. A diferencia de otros niños y niñas con autismo, Pablo no ha sufrido bullying de sus compañeros, al contrario, lo apoyan cuando se atrasa copiando la tarea del pizarrón, incluso lo ayudan a meter sus útiles en la mochila y están muy pendientes de que no sucedan hechos que puedan estresar a Pablo.
Un problema para los padres de Pablo ha sido el costo de las terapias. Al principio se las daban a precio accesible, pero a raíz de la pandemia se encarecieron a tal grado que ya no pudieron seguir llevándolo a Mérida.
En el kínder el apoyo de USAER fue fundamental para Pablo, quien actualmente cursa el sexto grado en la primaria «Salvador Alvarado», en el centro de Umán.
Hoy se encuentran ante una nueva disyuntiva, pues Pablo ya está próximo a terminar la primaria y viene el reto de la secundaria, donde ya no solo tendrá una maestra, sino que serán varios profesores y el ritmo de aprendizaje se intensifica.
También viene el periodo de la adolescencia de Pablo, pero para la señora Cristina no hay reto que no esté dispuesta a enfrentar con tal de sacar adelante a Pablo, quien es hijo único.
Su padre, Pablo Sáenz Gómez, es de oficio carpintero y también está muy al pendiente de Pablo, quien lamentablemente no puede apoyarlo en el taller porque sufre asma y el aserrín le agrava este padecimiento.
Como casi todos los niños con autismo, Pablo es fanático de los dinosaurios y a él le gusta crear figuras de plastilina y fomi de sus saurios favoritos. Con ayuda de su padre, les fabrica unas bases para ponerlos y ya tiene toda una colección de dinosaurios «nacidos» de sus manos.
De grande, Pablo quiere ser dentista y no dudamos que pueda lograrlo, pues es un estudiante aplicado. Recientemente fueron a buscar sus calificaciones y todas de ocho y nueve en sus materias.
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