Mujer vivió 15 años con un diagnóstico médico equivocado
La endometriosis es una condición médica debilitante que afecta a millones de mujeres en todo el mundo, y sin embargo, sigue siendo ampliamente mal comprendida y subdiagnosticada. La historia de Sarah Mahon es una de las muchas que ilustran los desafíos y el sufrimiento que enfrentan las personas que viven con esta enfermedad.
A lo largo de años de dolor excruciante y frustración, Sarah luchó por obtener un buen diagnóstico enfrentando una serie de médicos que la desacreditaron y le dijeron que sus síntomas eran solo problemas digestivos.
Desde una edad temprana, Sarah había experimentado períodos menstruales intensos, pero en los últimos dos años, sus problemas de salud se agravaron drásticamente. Comenzó a sufrir de fuertes calambres, náuseas constantes y un hinchazón abdominal que la hacía parecer «embarazada de cinco meses». Estos síntomas debilitantes a menudo la dejaban postrada en cama, incapaz de caminar o realizar tareas cotidianas.
A lo largo de los años, consultó a siete médicos diferentes, buscando desesperadamente una explicación para su malestar. Lamentablemente, la mayoría de ellos atribuyeron sus síntomas al síndrome del intestino irritable (SII) o a problemas digestivos, a pesar de que Sarah les había informado que su madre padecía de endometriosis. Estos médicos se negaron a someterla a las pruebas necesarias para diagnosticarla, argumentando que sería un uso excesivo de recursos.
La vida de Sarah se vio profundamente afectada, ya que experimentaba una fatiga debilitante que le impedía incluso realizar tareas básicas como ducharse o cepillarse el cabello. Además, el dolor intenso durante las relaciones sexuales la llevó a evitar intimidad con su pareja. Sus días se limitaban a levantarse, ir al trabajo y tratar de sobrevivir hasta el final del día, una lucha constante contra el dolor y la incomodidad.
Ella descubrió que sus síntomas a menudo se desencadenaban por factores externos, como tomar una taza de café. Cada episodio de inflamación hacía que su abdomen se hinchara de manera alarmante, dándole la apariencia de estar embarazada de varios meses. Sus amigos incluso comentaban que parecía estar embarazada, lo que agravaba aún más su ansiedad y frustración.
Después de años de lucha, Sarah finalmente encontró respuestas al acudir a una clínica privada especializada en endometriosis. Allí, una ecografía confirmó que padecía de esta condición, con la endometriosis presente en su pared pélvica y entre el útero y el recto. Los médicos le explicaron que su cuerpo había estado constantemente tratando de repararse a sí mismo, lo que provocaba una inflamación constante.
En abril, la mujer se sometió a una cirugía para extirpar la endometriosis. El médico le informó que había actuado justo a tiempo, antes de que la condición se desarrollara aún más. Después de la cirugía, su mejoría fue inmediata, sintiéndose como una «nueva persona».
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