En la Francia ilustrada del siglo XVIII, un caso judicial insólito captó la atención del público: un orangután fue juzgado por asesinato como si se tratase de un ser humano.

Ocurrió porque un orangután propiedad de un noble francés mató a su cuidador en un ataque de furia. En lugar de matar directamente al simio o exigir una compensación a su dueño, el animal fue arrestado, puesto bajo custodia policial y juzgado formalmente por asesinato. No hay constancia clara de la sentencia final, y algunos autores creen que el caso pudo haber sido exagerado para servir como sátira de la justicia francesa.

Aún así, y a pesar de que los animales no tenían personalidad jurídica, era relativamente frecuente en la Edad Media y la Edad Moderna que se realizaran juicios formales por causar la muerte de humanos o provocar daños.