‘La mano de Dios me salvó’, dice panadero atacado por violento pandillero

«La mano de Dios me salvó», expresó el panadero Jorge Nicanor Burgos Medina, quien fue víctima de un asalto la noche del miércoles en calles de la colonia Feliciano Canul Reyes en Progreso.

El ataque contra este vecino del puerto fue la gota que derramó el vaso y propició que los vecinos cerrarán calles para pedir que se ponga un freno a la inseguridad en esa y otras zonas de Progreso.

Jorge Nicanor, quien tiene 65 años y es ministro de la Eucaristía en el vecino puerto, fue asaltado la noche del miércoles por un sujeto denominado «Gufi», integrante de la banda del mismo nombre.

En esa ocasión el veterano panadero vendía su mercancía cuando fue atacado por el vándalo, que le exigió dinero y lo agredió con una navaja en la pierna, en el pecho y en el brazo.

Los gritos alertaron a los vecinos y el sujeto se dio a la fuga, sin que hasta ahora las autoridades lo hayan detenido.

Durante el cierre de calles los vecinos advirtieron que al siguiente ataque ellos tomarán la justicia en sus manos. Amenazaron con agarrar ellos mismo a los pandilleros, tablearlos e incluso quemarlos.

Jorge Nicanor fue dado de alta la noche del viernes, después de estar internado en el hospital Juárez del IMSS en Mérida.

Al relatar cómo ocurrió el asalto, detalló que esa noche estaba vendiendo pan como lo hace desde hace dos años para obtener ingresos. Pedaleaba en un triciclo cuando sintió que alguien por atrás le jalaba la canguguera donde lleva el dinero de las ventas.

El sujeto le puso un arma en el cuello y para evitar que lo lesionara el panadero le pidió tiempo para bajarse del triciclo y poder entregarle el dinero, pero el pandillero no estaba dispuesto a esperar y le clavó la navaja en tres ocasiones.

Acto seguido, se apoderó de la caja de pan, pero los gritos alertaron a los vecinos y el sujeto arrojó la mercancía y se dio a la fuga.

El ministro de la Eucaristía recibió ayuda de la gente y fue enviado a la clínica del IMSS en Progreso y posteriormente al hospital Juárez en Mérida, donde lo atendieron gracias a que uno de sus hijos le dio seguro.

«Los médicos me dijeron que tuve suerte… yo digo que fue la mano de Dios», concluyó el veterano panadero, quien dijo que no le guarda rencor a su atacante, al contrario pide que por él para que se regenere y deje las drogas.