Cine de terror: Tener sexo es la única forma de salvarse

Las películas de horror se han convertido en una constante en nuestra cartelera. La mayoría son historias de fantasmas y demonios sin mayor vuelo, filmes de bajo perfil que luego de un tiempo empiezan a parecerse demasiado entre sí. Por ello es que cuando un proyecto de verdadero valor asoma la cabeza, tiende a pasar desapercibido. Está Detrás de Ti es una de estas joyas, escondiendo muchos elementos de interés detrás de la genérica traducción del original It Follows.

En las películas de terror de los años 80 -las llamadas slashers- el sexo era un componente vital; los adolescentes promiscuos que caían en tentación eran de los primeros en caer frente al asesino de turno. El director David Robert Mitchell pone esa idea de cabeza con esta historia sobre una maldición que se pasa de una persona a otra a través de la actividad sexual, un ente desconocido que luego persigue a sus víctimas de manera anónima, en la forma de cualquier persona; entonces, tener sexo es la única opción para salvarse.

Se trata de una maldición que funciona de la misma manera que cualquier enfermedad de transmisión sexual, por lo que Mitchell basa su terror en temores bastante reales; los de la promiscuidad en adolescentes y sus consecuencias. Tiene sentido entonces que su mayor punto de influencia sean los filmes de terror de los 80, una época donde no se conocían más que conjeturas acerca de males como el sida y existía pánico ante la posibilidad de contagio.

Mitchell es un director ajeno a las tendencias del terror moderno, como lo es el found footage o la tendencia de filmar todo cámara en mano; aquí encontramos referentes de antaño como John Carpenter, uno de los llamados maestros del terror que a fines de los 70s introdujo a Michael Myers al panteón del género en Halloween. Con su escenario suburbano que esconde horrores detrás de su tranquilidad, hasta por la música basada en teclados, la referencia es aparente.

Esta Detrás de Ti busca incomodar de la manera clásica, no a través de sangre y vísceras o a través de sustos repentinos; lo suyo es crear una atmósfera tenebrosa, a través de la paranoia inherente al sentir que a uno lo siguen a todos lados. Es un filme pausado, de bajo perfil, que puede decepcionar a todos aquellos que buscan emociones más extremas o saltar en el asiento, pero que resulta efectivo.

Dentro de un género que a veces cae en la repetición y en una cartelera donde las historias de fantasmas, casas embrujadas o demonios son pan de cada día, una película como esta vale la pena. Es una prueba de que el género del terror aún puede dar sorpresas.

Fuente: Publímetro/Ernesto Zelaya