Antes de morir, ‘teporochito’ le regaló $500 a una mujer con cáncer

No deja de sorprender el caso del ‘teporochito’ que murió cuando intentó alejarse del vicio probando suerte como pescador,  pues ahora se sabe que antes de morir realizó una última obra buena, regalándole $500 a una mujer enferma de cáncer.

Aunque por su adición al alcohol era muy pobre, José Humberto Gallegos Estrella tenía dinero porque recibió un anticipó de $3,000 por los días que supuestamente se iba ir de pesca.

A las 3 de la madrugada del lunes, cuando el pescador Manolo Valenzuela pasó por él y le dio $3,000, el ahora occiso le dijo que lo acompañara a casa de su madre Edilberta Ek Pech, pues le dejaría el dinero y la sorprendería revelándole que se iría a trabajar, pues pasaba días sin hacer otra cosa que embriagarse.

Así lo hicieron. Los dos se fueron a la casa de la madre de José Humberto,  pero nadie abrió la puerta, al parecer por la hora o porque la mujer pensó que llegaba borracho, como otras veces, a pedirle dinero.

Entonces, para sorpresa de Manolo, el ‘teporochito’  pidió que lo llevara a casa de una mujer enferma de cáncer, a quien le entregó $500 sin condición alguna.

Sin presumir su acción ni dar mayores detalles, se fue y al pasar por una tienda, Gallegos Estrella compró unas cremas para las quemaduras, pues él no estaba acostumbrado al Sol y sabía que varios días de pesca le causarían problemas en la piel.

A las 4 de la madrugada,  José Humberto, Manolo y otros ocho pescadores zarparon a bordo del “Brazo Fuerte X” .

Manolo Valenzuela relató a los agentes ministeriales y a los deudos del pescador, que Humberto Gallegos desde que abordó el barco se recostó en la cubierta y no quiso comer a la hora del desayuno ni del almuerzo.

A las 4 de la tarde, el pescador puso una colchoneta en la popa del barco pesquero y se acostó boca abajo.

Le insistieron en que almorzara, pero no quiso hacerlo. Una hora después se levantó, se estiró y se acostó de nuevo.

Sin embargo, media hora después Manolo  notó que salía espuma de la boca del pescador, corrió para ver qué le ocurría y al levantarlo, observó que ya no tenía pulso y estaba muerto. Enseguida ordenó suspender el viaje y retornaron a Yucalpetén.

Manolo reveló otro detalle relevante: fue el propio José Humberto el que le pidió llevarlo a pescar, pues quería dejar el vicio, ese que prácticamente lo llevó a la tumba.

Como informamos, murió de un  paro cardiorrespiratorio.

El curpo fue identificado por su madre, quien llegó con otra de sus hijas. Ambas rompieron en llanto al ver el cuerpo del ebrio que, quizá presintiendo que el fin estaba cerca, decidió cambiar su vida, al menos intentarlo.

El  tenía 42 años, era soltero y realizaba trabajos de todo tipo para tener dinero para emborracharse. Algunas veces ya había salido a pescar.