Los negros también tienen su historia en Mérida

Pese a los intentos de borrar la historia de la negritud en México, los africanos fueron protagonistas y testigos del acto fundacional del país, así como piezas clave en el mestizaje nacional, expresó el investigador Jorge Victoria Ojeda.

En su análisis «Los negros en la Mérida colonial», indicó que la llegada de los españoles está asociada necesariamente con los africanos que trajeron, por lo que fueron testigos del acto fundacional de ciudades como Mérida, el 6 de enero de 1542”.

Durante su intervención en un coloquio vinculado a la migración, el experto destacó que la historia, aunque poco conocida, establece que en la Colonia solían vivir tres grupos en un mismo espacio: los españoles en la casa principal, mientras que en patio los mayas, así como los esclavos africanos y/o los negros libres.

Aunque no es muy divulgado, dijo, “lo que es claro es que podemos hablar de que existieron negros conquistadores, una condición que no es exclusiva de México, sino que se presentó en todas las tierras americanas”.

Hacia el año 1581, los negros se encontraban asentados en la propia catedral meridana, aún cuando ésta no se había concluido, los cuales formaban cofradías, al igual que existía esta figura tanto para españoles como para mayas.

Jorge Victoria Ojeda mencionó que la importancia de esta comunidad provocó que entre 1774 y 1822, los negros africanos tuvieran su propia iglesia en el centro histórico de Mérida conocida como «Iglesia del Santo Nombre de Jesús», iglesia destruida y sobre la cual se levantó un estacionamiento público en la actualidad.

Poco antes de 1822, los jesuitas fueron expulsados de Yucatán y fue entonces que la iglesia conocida como de Tercera Orden pasó a ser de negros (afrodescendientes), quienes no sólo se llevaron su fe a este nuevo templo, sino también el nombre, razón por la cual hoy se le denomina «Del Jesús».

El especialista reveló que para 1520, de acuerdo con diversas fuentes, la población negra ascendía a 279 africanos y 10 afromestizos; en 1646 eran 497 africanos y 15 mil 770 afromestizos; para 1742 el número de africanos había descendido a 274 pero el de afromestizos superaba los 35 mil 700.

En 1789 el número de negros y mulatos alcanzó los 45 mil 201 en Yucatán y Tabasco; entre 1810 y 1811 los registros muestran 12 mil 263 personas que habitaban la ciudad eran mulatos y para 1820 ya existían 20 mil africanos y afrodescendientes.

Para la segunda mitad del siglo XIX, los negros y sus descendientes “desaparecieron” de la historia por una extraña razón, pese a que muchos personajes de ascendencia negra eran populares.

Fue en esta época, abundó, que los negros de nuevo irrumpieron en el estado, resultado de una inmigración de alemanes que tenían a sus servicios africanos o personas de ascendencia negra.

Resaltó que la historia de Mérida y de nuestro país está ligada a la negritud. Si bien es cierto que fenotípicamente no somos de esta raza, de seguro una prueba genética nos diría que el 95 por ciento tenemos en nuestro interior rasgos negros.

También recordó que una de las clasificaciones con que se denominaba el mestizaje de los negros en Yucatán era el «pardo», es decir la unión de la indígena maya con un africano.

Apuntó que la propia historia nos habla de esta fuerte presencia de la negritud en nuestro país. En Oaxaca, Guerrero o Veracruz, existen grupos que están luchando para que se reconozcan sus derechos, pues ellos no se consideran indígenas, sino afromexicanos.

Puntualizó que en países como Perú y Argentina existe una fuerte influencia de la comunidad negra, sin embargo, en México existe una tendencia a negar y reconocer la existencia de una tercera raíz que abona a nuestro mestizaje: la africana.

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