Zopilote se retira de los vuelos y se queda a vivir en Mérida
En una situación bastante peculiar y extraña, un zopilote ha hecho de calles y avenidas de Mérida su hogar.
El ave, que a muchos les parece repugnante, se pasea por tierra debido a que no puede volar, pues está herido de una de sus alas.
Este impedimento lo ha llevado a recorrer las calles caminando y dando pequeños saltos cuando la situación lo amerita, como cuando se topa en su camino con perros y gatos o algún automovilista.
Si el simple hecho de andar por las calles ya es extraordinario, lo es más el que ya ha aprendido a atravesar los cruceros, incluso aquellos de avenidas con varias intersecciones, pues ‘sabe’ esperar a que el semáforo esté en luz roja para pasar entre los autos que se detiene a hacer su alto.
El «chombo» apareció a principios de está semana en calles del oriente, en la zona del fraccionamiento del Parque y desde entonces se desplaza por las colonias y fraccionamientos aledaños.
Llama la atención que no se atemoriza ante la presencia humana, al parecer porque ya aprendió a convivir con ellos por no poder volar, de manera que generalmente son las personas las que se alejan cuando se lo encuentran.
Se desplaza con más frecuencia sobre los camellones de las avenidas, pues ha ‘entendido’ que así se protege de los vehículos.
Al llegar a un crucero con semáforo se detiene y espera a que los vehículos terminen de pasar para reanudar su marcha y de esta forma no ser atropellado.
El zopilote se ha vuelto la sensación de los vecinos de la zona, muchos de los cuales se acercan para fotografiarlo y grabarlo en vídeo, aunque son muy pocos los que le avientan comida, quizá porque saben que este animal se alimenta solo de carroña.
Este domingo el ave se paseó por el Circuito Colonias, incluso llegó a la tienda Chedraui oriente, donde algunos trabajadores le arrojaron frutas descompuestas, que devoró el animal en pocos instantes.
Según vecinos de la zona, el zopilote no ha tenido graves problemas con gatos y perros callejeros porque los primeros le temen por el tamaño y a los segundos no les ha interesado atacarlo, salvo uno que otro que lo ha hecho correr y saltar cuando le ladran.
Los vecinos creen que podrá volar de nuevo cuando le sane la herida, aunque no están seguros de que esto suceda antes de que sea atacado por otro animal o atropellado por algún vehículo pese a su astucia por cruzar las calles.
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