Con $6,000 sale libre meridano que encadenaba a su hijastro

Mario Martínez Castellanos fue beneficiado con una suspensión condicional del proceso que se le inicio por golpear salvajemente a su hijastro, al que incluso hasta encadenaba.

Su pareja sentimental y madre del menor agredido, la señora Diana Georgina Pech Chan, no solicitó dicho beneficio, a pesar de contar con defensor particular, por lo que seguirá presa.

Martínez Castellanos deberá cumplir durante un año con ciertos requisitos y después de ese lapso ya podrá ver cancelado totalmente el proceso en su contra.

Sin embargo, hay ciertas dudas de que lo logre, ya que es adicto a las bebidas embriagantes y a las drogas y deberá someterse a un tratamiento de rehabilitación y desintoxicación.

La juez Ileana Georgina Domínguez Zapata accedió a la solicitud de la defensa pública de dicho sujeto.

La coacusada del sujeto, la señora Pech Chan, enfrenta el delito de violencia familiar y lesiones calificadas, mientras que Martínez Castellanos el cargo de violencia familiar equiparada y lesiones calificadas.

El sujeto se comprometió a pagar 6 mil pesos, a razón de mil pesos mensuales; no salir del Estado, no acercarse a las víctimas ni a sus domicilios, no ingerir bebidas embriagantes ni narcóticos, para lo cual cada mes tendrá un examen toxicológico en el Instituto de Ciencias Forenses del Estado; vivir en su domicilio, tener un trabajo y empezar a acudir a un centro de rehabilitación.

Fueron denunciados por José Víctor Manuel Pech Covarrubias, en agravio de un menor de edad de identidad reservada.

Según el expediente, en la madrugada del 10 de febrero, encontrándose ambos en un domicilio ubicado en la calle 171-A entre 82 y 84-A del fraccionamiento Renacimiento, castigaron violentamente al niño, por un problema menor, resultando lesionado, por lo que tuvo que ser hospitalizado, lo que permitió que se descubrieran los abusos.

Por tal motivo, fueron detenidos y enviados al penal, ya que los vecinos confirmaron que maltrataban al niño, según la pareja, para corregirlo porque era muy travieso, de manera que a veces lo amarraban y encadenaban.