¿Por qué celebramos el 2 de febrero?
Cada año, los fieles mexicanos recuerdan el día en que según la Biblia el Niño Jesús fue presentado ante el templo en Jerusalén, para lo cual visten elegantemente las figuras del «niño Dios» con el fin de que sean bendecidas y protejan a sus familias el resto del año.
Durante todo un mes, desde el día siguiente al Año Nuevo, los devotos alistan sus «niños», les compran trajes nuevos y los llevan a reparar si tienen algún desperfecto para que luzcan flamantes el 2 de febrero, día de la festividad de la Virgen de la Candelaria, publica la agencia AP.
En los barrios aledaños al centro histórico de la Ciudad de México, en el popular mercado de la Merced se instalan pequeños puestos con todo lo necesario para reparar y vestir los «niños Dios» al gusto de cada persona.
Los ropajes de gala y vivos colores, y a los que no faltan finos acabados plateados o dorados, pueden recordar vestimenta tradicional mexicana, como la de los chinelos; honrar distintas profesiones, como por ejemplo el «Niño Doctor» -con estetoscopio incluido-, o simular al ángel o arcángel favorito del feligrés en cuestión.
Jorge Ramos es un artesano que tiene 27 años vendiendo figuras del Niño Jesús elaboradas de yeso y cuidadosamente pintadas, sobre todo en la parte de los ojos.
Cuenta con todos los tamaños, desde los 8 centímetros a los 60, y de todos los precios: los más baratos cuestan 25 pesos (menos de dos dólares) y los más caros 150 (poco más de 10), y también de distintos tonos de piel para que el devoto pueda elegir entre el «güerito» (de piel clara), el moreno o el negro.
Otra veterana del mercado de la Merced es María Morales. Hace más de 23 años que repara figuras que han perdido dedos, brazos o la cabeza, con el cuidado y el esmero que un «niño Dios» debe merecer y sabiendo, como reconoce, que «cada una tiene su historia».
«Son figuras que han comprado, heredado o recibido de regalo y vienen aquí a repararlas», señaló.
Una vez restauradas y con el ropaje nuevo la costumbre es que las lleven a misa y sean bendecidas antes de colocarlas en el lugar donde reposen el resto del año mientras la familia come los tradicionales tamales preparados para la fecha.
Según la tradición, los tamales debe adquirirlos la persona a la que le salió «el Niño» -una pequeña figura de plástico o porcelana- en la popular Rosca de Reyes que se come el 6 de enero.
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