Anciana escapa del asilo para hacerse su primer tatuaje
Sadie Sellers tiene 79 años y se escapó de la residencia geriátrica decidida a hacerse su primer tatuaje en la vida.
La abuela de 11 salió de improviso, con todo y su andadera, para encontrarse con su nieta Samantha en el lugar donde le harían su decoración corporal.
Tony Sellers quedó completamente sorprendido cuando llegó a visitar a su mamá, sólo para descubrir una silla de ruedas vacía. Eventualmente rastreó a su mamá al estudio de tatuajes, en Irlanda del Norte.
Y cuando le preguntaron la opinión de su familia acerca de su idea de tatuarse, la ex empleada respondió que no le preocupa en lo mínimo.
Sadie se ganó el corazón de los jóvenes clientes y de los empleados del estudio de tatuajes cuando pidió que te pusieran un pequeño corazón en el brazo izquierdo, cerca del hombro. Al finalizar aseguró que no fue doloroso en lo absoluto.
También afirmó que uno debe vivir la vida plenamente cada día. Afirmó que estuvo charlando con su nieta Samantha, de 22 años, quien le mostró sus tatuajes. La mujer de 79 años respondió que deseaba su propio tatuaje.
Sadie aseguró que tatuar su brazo tomó unos pocos minutos y que no sintió dolor; al contrario, pasó el tiempo riéndose.
Para su hijo Tony, en cambio, la situación no fue divertida. Afirmó que su mama lleva un año en la casa de atención y que sólo dos veces se ha escapado, ambas con Samantha.
Recordó que cerca de las tres de la tarde llegó a su visita diaria, con la idea de platicar con su mamá, comer con ella, ver televisión y caminar por el jardín, pero se encontró con la habitación vacía y puso en alerta a los cuidadores.
Asegura que, si bien la situación le pareció extraña, pero trató de no preocuparse. Los empleados del lugar le aseguraron que Samantha había estado hace muy poco allí. Llamó a su hija, quien le confirmó que Sadie estaba con ella, porque habían acordado que se reunirían en un restaurante.
De acuerdo con Tony, después de hablar con Samantha tuvo la corazonada de que algo sonaba extraño en la historia, pero no podía asegurar nada.
Tony manejó a donde le indicó su hija, pero encontró un restaurant vacío. Al regresar a su lugar de estacionamiento, se percató de que su mama estaba en el negocio de los tatuajes y se acercó, sólo para descubrir que ya estaban poniendo los últimos detalles en el brazo de Sadie.
El hijo de Sadie recuerda que vio por la ventana a su hija, sentada, esperando a su abuela y sonriendo. Afirma que entró al negocio y encontró a su mamá en medio de tres enormes jóvenes cubiertos de tatuajes, mientras le hacían su corazón.
Tony asegura que su mama nunca le mencionó su deseo por tener un tatuaje, pero está seguro de que llevaba tiempo planeando cómo hacer la travesura.
Afirma que esta aventura pudo tener resultados nefastos, pues Sadie tiene osteoporosis y huesos quebradizos, por lo que usa la silla de ruedas. Dice que su mamá normalmente es una señora muy educada, pero algunas veces se transforma en un marinero ebrio.
Samantha, la nieta cómplice, dice que su abuela siempre le decía cuánto le gustaban los tatuajes y las perforaciones y está segura de que llevaba tiempo planeando ponerse una marca. Afirma que llevó a Sadie al mismo lugar donde ella se hace sus tatuajes. Los jóvenes del estudio, asegura Samantha, le pidieron que lleve nuevamente a su abuela.
Sadie se ríe de la aventura. Dice que en la casa de atención se armó revuelo con su escapada y mientras unos la regañaban, otros le aplaudían. Cree que su hijo estaba confundido con la decisión de tatuarse, pero reconoce que Samantha es su nieta con la que pasa más tiempo y afirma que adora salir con ella.
Sadie es correspondida por su nieta, quien cree que su abuela es maravillosa. Tony, en cambio, no se confía, está seguro de que su mama ya planea dónde ponerse su próximo tatuaje.
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