Un yihadista sirio de 20 años ejecutó en público a su madre, que había intentado convencerlo de que abandonara el grupo Estado Islámico (EI), aseguró el viernes el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).

La madre, Lina, de 40 años, había recorrido los 50 kilómetros que separan Tabaqa, donde residía, de Raqa, capital de facto del Estado Islámico, para implorar a su hijo, Ali Saqr, que volviera a casa, ante el temor de que este muriera en los bombardeos a la ciudad por parte de la coalición internacional liderada por Estados Unidos.

El joven, que combatió sucesivamente con los moderados del Ejército Sirio Libre y el frente Al Nosra, rama siria de Al Qaida, antes de unirse al Estado Islámico, informó a sus superiores, que detuvieron a la mujer por «apostasía».

Tras la detención, fue el propio hijo de la víctima el encargado de ejecutarla frente a un centenar de personas de una bala en la cabeza en una plaza de Raqa.

¿Qué castiga el Estado Islámico? El OSDH ha recogido medio centenar de «crímenes» que merecen la muerte, según el Estado Islámico. Entre ellos figuran el adulterio, la homosexualidad, la zoofilia y la «exposición de órganos genitales» por parte de un yihadista.

«Traicionar a musulmanes», criticar un sermón religioso, trabajar con la coalición, cortar carreteras y capturar y torturar a un militante anti Estado Islámico o a un adversario armado sin autorización de las autoridades yihaditas se encuentran en la lista de «delitos» confeccionada por la organización ultrarradical sunita.

El Estado Islámico comete con regularidad todo tipo de atrocidades, que van de la destrucción de monumentos patrimonio mundial de la humanidad a las ejecuciones por decapitación o la esclavitud y trata sexual.