35 años de cárcel a los autores de brutal crimen en Yucatán

Después de más de cuatro años,  la justicia llegó para los padres de una niña violada y brutalmente asesinada en Izamal, a manos de dos pandilleros que entraron a robar a casa de la menor, y al verla solita cometieron las atrocidades e incluso ya muerta le arrancaron los aretes.

Fueron precisamente estas prendas las que delataron a los homicidas, pues a la personas a la que le llevaron a vender los aretes reconoció a quién pertenecía, y avisó a los padres de la infante.

El caso, ocurrido el 13 de mayo de 2012, conmocionó a la sociedad yucateca, por la brutalidad de los hechos.

Los chacales son Eduardo Daniel Dzib May alias “Toloc” y Manuel Jesús Aguirre Euán alias “Sureño” o “Volante”, quienes fueron condenados a 35 años tres meses y 15 de prisión, respectivamente, por el crimen y ultraje de la pequeña Frida Sofía Vela Ruiz, de 5 años de edad, la madrugada del 13 de mayo del 2012 en Izamal. Cuando ocurrieron los hechos ambos contaban con 22 años de edad.

Fueron sentenciados por el juez segundo penal, Luis Felipe Santana Sandoval, quien también les impuso una multa de 290 salarios mínimos de la época, equivalentes a 17 mil 133.20 pesos y 176 mil 058.48 pesos por concepto de reparación del daño de forma mancomunada. Se les negaron los sustitutivos de prisión.

Fueron condenados por robo calificado, violación equiparada y homicidio calificado, que denunciaron los padres de la niña, Héctor Vela Muñoz y Ana Lilia Ruiz.
Los hechos se registraron la madrugada del 13 de mayo de 2012 cuando los individuos, después de drogarse, se pusieron de acuerdo para robar o asaltar a alguien y obtener dinero, por lo que al pasar por la casa de la familia de la niña vieron que la reja estaba abierta.

“Volante” entró y «Toloc” se quedó afuera a vigilar. El primero salió cargando un DVD y un celular, además de la niña, pues dijo que se había despertado.

El sujeto llevó a la menor hacia un platanar, donde la despojó de sus ropa y la violó. Luego se apoderó de una piedra y la golpeó en tres ocasiones en el rostro hasta rematarla asentándole en el cráneo una roca de gran tamaño. Una vez muerta, le quitó los aretes.

Se dio con estos sujetos porque la persona a la que pretendieron venderle las prendas robadas avisó al padre de la víctima.

En la casa de “Toloc” se encontraron los aparatos, al igual que fragmentos de una playera con restos de sangre de la menor, pues habían quemado la mayor parte de la prenda.